Comentario
Si entendemos que la mejor vía de aproximación a la comprensión del arte es acercarnos al pensamiento y a la estructura de la sociedad que lo creó, esta aproximación, que denominamos histórica, arroja unos resultados particularmente fecundos en el caso del arte mudéjar. Sólo considerando el mudéjar en su propio proceso histórico de formación y desarrollo nos ponemos en condiciones adecuadas para la comprensión de este singular fenómeno del arte español.
Ante todo, el primer factor que posibilita el nacimiento del arte mudéjar es la fascinación que la sociedad cristiana manifestó ante las creaciones artísticas del Islam desde un primer momento. Numerosos objetos ricos y preciados, con frecuencia fruto del botín de guerra o de los tributos, entre los que se cuentan botes y arquetas de marfil, arquetas de plata, aguamaniles de bronce, tejidos de seda, objetos de vidrio tallado o de cristal de roca, pasaron a enriquecer los tesoros de los monasterios y catedrales, adquiriendo nuevas funciones y usos religiosos.
La paulatina reconquista del territorio incorpora además al dominio cristiano un ingente patrimonio monumental islámico, entre el que sobresalen los alcázares y las mezquitas, que se convierten en alcázares de los reyes cristianos y en catedrales. No sólo, pues, se ha mudejarizado la población; también los monumentos islámicos se han mudejarizado, es decir, han quedado sometidos al dominio cristiano. Este era el primer paso necesario para el nacimiento del arte mudéjar, la aceptación social de la pervivencia del arte islámico en la España cristiana.
El siguiente factor que incide de manera decisiva en la formación del arte mudéjar es el propio proceso histórico de la reconquista. Hemos dicho que para el nacimiento del arte mudéjar es condición previa la reconquista cristiana del territorio, circunstancia que por razones muy complejas se produce de forma gradual, escalonada e irregular sobre el solar hispánico entre los siglos XI y XV. Algunos de los momentos básicos de la reconquista peninsular deben ser recordados: Toledo es reconquistada en 1085, Zaragoza en 1118, Teruel en 1171, Valencia en 1238, Sevilla en 1248, Granada en 1492.
La reconquista cristiana interrumpe así en un momento determinado, siempre diferente, el proceso del arte islámico en cada región española; por esta razón los precedentes monumentales islámicos de cada foco regional son diferentes, y al incidir sus características formales de manera decisiva en los primeros pasos del arte mudéjar de cada zona, le confieren una fuerte personalidad e introducen un importante factor de diversidad en el vasto panorama geográfico del mudéjar hispánico. Así la cronología de la reconquista, las circunstancias de la repoblación y la tradición monumental islámica de cada región son factores importantes a considerar en la formación del arte mudéjar.
No obstante, la aparición del arte mudéjar no es inmediata al momento de la reconquista; entre dicho momento y la aparición de los monumentos mudéjares más antiguos conservados en cada región transcurre algún tiempo. Este lapso de tiempo no sólo responde a las dificultades de la repoblación de cada caso, sino también al deseo de los cristianos vencedores por dejar testimonio de los estilos cristianos en las nuevas tierras ocupadas. Solamente un complejo conjunto de concausas (condicionamientos geográficos, económicos y sociales, principalmente) explican el éxito del nacimiento y desarrollo del arte mudéjar.
Por otra parte, Diego Angulo ya advirtió en su estudio sobre la arquitectura mudéjar sevillana un proceso de mudejarización progresiva, que es extensible a los demás focos regionales; es decir, que "a medida que se desenvuelve el arte de los moros sometidos, se aparta cada vez más de los cristianos y adapta formas y ornamentación más típicamente musulmanas".
Los factores históricos del arte mudéjar no se agotan con estas consideraciones; hay que tener en cuenta que el arte mudéjar va a constituir un fenómeno de larga duración, mucho más amplio en el tiempo que los sucesivos estilos del arte occidental europeo (románico, gótico, renacimiento), de los que es coetáneo, y también que las sucesivas etapas históricas del arte hispanomusulmán (taifas, almorávide, almohade, nazarí), a las que incluso sobrevive tras la conquista de Granada.
Por ello las formas artísticas de cada foco mudéjar regional no están sólo alimentadas por los precedentes locales islámicos; se enriquecen constantemente en el devenir histórico con nuevos préstamos procedentes de al-Andalus. Así la reconquista de Levante y del valle del Guadalquivir va a originar durante la segunda mitad del siglo XIII un fuerte reflujo de elementos almohades sobre el foco toledano, que llega asimismo, aunque más atenuado, a tierras de León, Castilla la Vieja y Aragón. Más adelante, desde mediados del siglo XIV, se acentúan los préstamos formales entre el arte nazarí y el arte mudéjar, en ambas direcciones, sin necesidad de esperar a la reconquista de Granada. La movilidad de la mano de obra mudéjar, particularmente en los encargos reales, fundamenta esta libre circulación de formas artísticas, que reintroducen un factor de unidad en el arte mudéjar.
Idénticas reflexiones históricas, sobre las que no es ahora necesario incidir, sirven para analizar y valorar en el contexto del arte mudéjar la evolución de las tipologías arquitectónicas y de las formas artísticas que proceden del arte occidental cristiano.